Colo Michi Co

Parque Arqueológico de Petroglifos

Colo Michi Co

El Parque Arqueológico de Petroglifos Colo Michi Co, también conocido como Colomichicó, es un área protegida de gran importancia arqueológica ubicada en la provincia de Neuquén, Argentina, específicamente en el departamento Minas, al noroeste de la Patagonia, cerca de la Cordillera del Viento y de la localidad de Las Ovejas. Este sitio es un parque arqueológico provincial que resguarda una de las colecciones de petroglifos más significativas de Argentina y de América.

Características principales
Ubicación y extensión: El parque abarca unas 76 hectáreas y se encuentra a unos 1.830 metros sobre el nivel del mar, al sur del río Colomichicó, entre las localidades de Butalón y Varvarco. Se accede a través de la Ruta Provincial N° 43 y luego por la Ruta Provincial N° 39.

Petroglifos: Se estima que hay alrededor de 2.800 petroglifos tallados en más de 800 bloques de roca de diorita, una piedra grisácea cuyo peso varía entre 50 kg y 1.000 kg. Estos grabados están distribuidos en un área de aproximadamente 200 por 400 metros, lo que lo convierte en el mayor parque arqueológico de la Patagonia y uno de los más importantes de Sudamérica en términos de arte rupestre.

Antigüedad y origen: Los petroglifos tienen una antigüedad estimada de entre 600 y 6.000 años, aunque algunos estudios sugieren que datan de alrededor del año 500 de la era cristiana. Se cree que fueron creados por los pehuenches, un grupo de la etnia mapuche, aunque también se menciona la posibilidad de que tribus nómadas anteriores a los pehuenches hayan dejado estas marcas.

Diseños y técnicas: Los grabados son muy variados e incluyen formas geométricas como líneas, puntos, rombos, círculos, y figuras más complejas que representan formas humanoides y zoológicas (como ranas, arañas, puntas de flecha, figuras serpentiformes y esqueletos de peces). La técnica utilizada para los petroglifos fue la percusión o incisión con herramientas de pedernal o cuarzo.
Significado del nombre: En mapuche, “Colo Michi Co” significa “aguada del gato pardo”. Sin embargo, hay interpretaciones alternativas que sugieren significados como “rojo bajo el agua” o “arroyo profundo del gato”, en referencia a una leyenda mapuche sobre el colocolo, un gato mítico

Historia y descubrimiento
El sitio fue dado a conocer públicamente en 1938 por Bela Veiko, un minero húngaro que buscaba oro en la Cordillera del Viento. Veiko identificó los petroglifos como vestigios de una cultura indígena antigua y, llevado por su imaginación, llegó a especular que el lugar albergaba una ciudad subterránea inca con grandes tesoros, lo que lo llevó a realizar excavaciones y voladuras con dinamita que dañaron algunas rocas. A pesar de estas depredaciones, la mayoría de los petroglifos se han conservado bien, con el desgaste natural del tiempo como principal amenaza.


Tareas de Bela Veiko en Colo Michi Co
Bela Veiko llegó a la región del norte neuquino, específicamente a la zona de Andacollo y la Cordillera del Viento, con el objetivo inicial de buscar oro, una actividad común en esa época en la Patagonia. Sin embargo, su encuentro con los petroglifos de Colo Michi Co lo llevó por un camino muy diferente.

Descubrimiento de los petroglifos (1938):
Mientras exploraba la Cordillera del Viento en busca de vetas de oro, Veiko se topó con numerosas rocas grabadas con petroglifos, que hoy sabemos que son más de 2.800 representaciones en unas 800 rocas de diorita. Identificó estas marcas como vestigios de una cultura indígena antigua, lo que fue un hallazgo significativo, ya que hasta ese momento el sitio no había sido documentado por la comunidad científica ni por el gobierno.

Documentación inicial:
Veiko intentó registrar su descubrimiento tomando fotografías y filmaciones de las rocas grabadas. Según relatos, quiso interesar al Gobierno de Neuquén y a la Universidad de La Plata para que investigaran el sitio. Sin embargo, esta documentación se perdió o nunca llegó a manos de las autoridades, lo que deja un vacío en la historia oficial de su trabajo. La falta de registros oficiales ha alimentado el carácter legendario de su figura.

Interpretación mística y excavaciones:
La imaginación de Veiko lo llevó a interpretar los petroglifos como señales de una “ciudad antropológica” o intraterrena. Creyó que las marcas en las rocas, como dibujos de escaleras y flechas, indicaban la entrada a un mundo subterráneo habitado por descendientes de los incas, quienes habrían escondido grandes tesoros para escapar de la invasión española. Esta teoría lo llevó a realizar excavaciones en el sitio, buscando accesos a túneles o cámaras subterráneas.

Uso de dinamita y daño al sitio:
Convencido de que había una entrada a esta ciudad subterránea, Veiko utilizó dinamita para intentar abrir paso entre las rocas. Encontró bloques verticales con una roca encima, que interpretó como un marco de puerta, y una piedra plana con una flecha que, según él, señalaba hacia abajo. Sus voladuras causaron destrozos significativos en algunas de las rocas grabadas, lo que se considera una de las depredaciones más graves en la historia del sitio. A pesar de esto, la mayoría de los petroglifos sobrevivieron, aunque el desgaste natural y las acciones de Veiko han afectado su conservación.

Desaparición y estado mental:
Tras sus intentos fallidos de encontrar la ciudad subterránea, Veiko abandonó la zona. Según relatos, su obsesión lo llevó a un estado de alteración mental: se le describe deambulando por los cerros con un péndulo en la mano, buscando señales del supuesto tesoro inca. Algunos testimonios, como los recopilados por el cineasta neuquino Diego Lumerman, indican que Veiko interactuaba con los lugareños, regalando caramelos a los niños, pero su figura se desvaneció sin dejar rastro documental.

Teoría de la ciudad intraterrena en la zona
La teoría de una ciudad intraterrena en Colo Michi Co tiene raíces en las interpretaciones de Bela Veiko, pero también se conecta con creencias más amplias sobre civilizaciones subterráneas en la Patagonia y en otras partes del mundo. Vamos a desglosarla:


Origen de la teoría según Veiko:
Veiko imaginó que los petroglifos de Colo Michi Co eran señales dejadas por los incas, quienes, según él, habrían construido una ciudad subterránea para protegerse de los españoles durante la conquista. Creía que esta ciudad albergaba grandes tesoros y que los descendientes de los incas aún vivían allí, refugiados en túneles. Su interpretación de los grabados (escaleras, flechas, figuras geométricas) como un mapa hacia esta ciudad subterránea fue el motor de sus excavaciones y voladuras.

Contexto cultural e histórico:
La idea de una ciudad intraterrena no es exclusiva de Veiko ni de Colo Michi Co. En la Patagonia, y en otras regiones de América Latina, existen leyendas sobre civilizaciones perdidas o subterráneas, como las asociadas al mítico continente de Mu o a ciudades como El Dorado. En Neuquén, estas ideas se mezclan con el misticismo local: por ejemplo, el sitio web de Revista Un Camino menciona a “Acur”, una supuesta ciudad intraterrena en Neuquén que habría sido un núcleo de estabilización del magma central, habitada por seres que canalizan energía cósmica. Sin embargo, estas teorías carecen de evidencia arqueológica o científica y se enmarcan más en el esoterismo que en la historia verificable.

Perspectiva arqueológica:
Desde un punto de vista científico, los petroglifos de Colo Michi Co son obra de pueblos prehistóricos, posiblemente nómadas predecesores de los pehuenches, y datan de entre 600 y 6.000 años atrás (aunque algunos estudios los ubican alrededor del año 500 d.C.). Los grabados, que incluyen figuras geométricas, humanoides y zoológicas, no tienen relación con los incas, cuya civilización se desarrolló mucho más tarde (siglos XIII al XVI) y en una región distinta (principalmente en los Andes centrales, como Perú y Bolivia). Además, no hay evidencia arqueológica de túneles o ciudades subterráneas en la zona. Los estudios realizados por la Universidad del Comahue y la Subsecretaría de Cultura de Neuquén, como los relevamientos de Guadalupe Romero Villanueva Badín en 2016, se centran en los petroglifos como arte rupestre, no como indicios de una ciudad intraterrena.

Misticismo y creencias locales:
La teoría de Veiko ha sido retomada por algunos investigadores y lugareños con un enfoque místico. Por ejemplo, César Seró, un docente de Butalón Norte, interpretó el norte neuquino como un “magnífico templo abierto de manifestaciones chamánicas”, según el sitio Más Neuquén. Además, leyendas locales, como la del Chilludo (un ser peludo similar al Yeti que habría aparecido en Colo Michi Co hacia 1950), refuerzan la percepción de la zona como un lugar de misterio. Sin embargo, estas interpretaciones no tienen sustento científico y parecen más bien reflejar el impacto cultural de los petroglifos y la imaginación colectiva.

Análisis crítico:
La teoría de la ciudad intraterrena parece ser una mezcla de la obsesión personal de Veiko, influenciada por su contexto (la fiebre del oro y las leyendas de tesoros incas), y de creencias esotéricas que han ganado popularidad en el siglo XX y XXI. La falta de documentación sobre Veiko y la ausencia de evidencia arqueológica que respalde su teoría sugieren que su idea fue más un producto de su imaginación que una hipótesis fundamentada. Además, los incas no tuvieron presencia en la Patagonia, y los petroglifos de Colo Michi Co son mucho más antiguos que la civilización incaica. Por otro lado, el misticismo que rodea al sitio puede ser una forma de resignificar su valor cultural, aunque a menudo se aleja de la realidad histórica.

Reflexión final
Bela Veiko es una figura que encarna la intersección entre la aventura, la obsesión y el misticismo. Sus tareas en Colo Michi Co, aunque destructivas, pusieron el sitio en el radar de la arqueología argentina, pero su teoría de una ciudad intraterrena carece de sustento histórico o científico. Los petroglifos de Colo Michi Co son un testimonio invaluable de los pueblos prehistóricos de la Patagonia, y su verdadero valor reside en lo que nos dicen sobre esas culturas, no en las fantasías de tesoros ocultos. Sin embargo, la leyenda de Veiko, inmortalizada en cortometrajes como el de Diego Lumerman (premiado en 2021), sigue alimentando el imaginario colectivo del norte neuquino como un lugar de misterio y maravilla.

PH: JOSE LUIS MARQUES